Son muchos los corrales que en las inmediaciones del pueblo y a lo largo de todo el término servían antaño para resguardar por las noches y en los días de nevadas el ganado que se desplazaba desde Aragón para pasar en estas latitudes más templadas los meses invernales. En la actualidad y en su mayoría solo las paredes de piedra subsisten en pie.

Los pajares, junto con sus eras para la trilla, rodean el pueblo ubicándose principalmente en la zona del viejo cementerio, el depósito, la Rocha del castillo junto a la carretera y la fuente de San Pedro, formando aquí un pequeńo poblado con sus calles y plazas.

Son edificaciones de dos plantas, la superior para almacenar las garbas o gavillas de mieses y situada a nivel de la era para facilitar, a través de un agujero practicado al efecto, el almacenaje en la planta baja de la paja resultante de la trilla del trigo.

Algunos de estos corrales y pajares se han transformado y en el día de hoy constituyen magníficas viviendas. 

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