La ermita queda adosada por todos sus lados, salvo por la fachada, a edificios modernos que al ser de mucha mayor altura todavía la empequeñecen más, quedando como un gracioso e insólito edificio que parece totalmente fuera de lugar. Su frontón es bajo y triangular con el vértice superior truncado por una especie de espadaña ciega que en vez de campana exhibe el colorido retablo cerámico que relata el milagro al que se ha hecho alusión. Otros retablillos del mismo material, recordatorios de aniversarios, decoran la fachada. La puerta, con zócalo de piedra a ambos lados, es de madera con amplias mirillas, adintelada y protegida por tejadillo a modo de visera.

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