Su origen se remonta a 1336, cuando Jaime II concede mandas para el sostén y construcción de la iglesia parroquial de l’Alcora. De entonces conserva algunos elementos góticos, enmascarados por las sucesivas ampliaciones de finales del siglo XVI (renacentista) y siglo XVIII (barroca). La última ampliación concluyó en 1901.
De su aspecto actual destacan la portada lateral y las claves policromas renacentistas, y los esgrafiados barrocos de la bóveda, en azul y blanco.

Recientemente se ha instalado un órgano de tubos que aprovecha la excelente sonoridad de la nave central. A lo largo del año se celebran numerosos conciertos y ciclos de música muy recomendables para los melómanos y aficionados en general.  

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Se encuentra ubicada en la plaza de la Iglesia.