MUSEO DEL ACEITE de San Vicente. Esta almazara era propiedad de D. Bernardo Gómez Igual, en ella obtenía el aceite de la cosecha que recolectaban en su finca “La Capellania”.
Francisco Catalán y Marina Collado trabajaban para él (abuelos de Teresa, Enrique y Florencio Collado).
Para empezar a molturar se hacía un sorteo para organizar los turnos de molienda, quienes tenían lo últimos se llevaban las olivas a casa para que no florecieran. También sorteaban el turno de trabajo y se llevaban caballería propia.
Había dos personas especializadas en la prensa, los últimos fueron Jerónimo y Manuel Catalán Rull.
El proceso de convertir la oliva en aceite consta de 4 fases principales que han variado con el tiempo:
Durante años, la molienda de las aceitunas se realizaba con enormes piedras de molino. Estas piedras, impulsadas por la fuerza animal, trituraban las aceitunas hasta obtener una masa que contenía pulpa, hueso y piel.
Después de la molienda, llegaba el momento de prensar la pasta resultante de las aceitunas. En las antiguas almazaras, el prensado se realizaba con prensas de viga y tornillo, las cuales ejercían presión sobre la masa de aceitunas para extraer su jugo. El líquido obtenido era una mezcla de agua y aceite, el cual se pasaba por un proceso de decantación para separar ambos componentes.
Debido a que el aceite es más ligero que el agua, el aceite ascendía a la superficie, mientras que la densidad del agua la hacía permanecer en el fondo. Para este proceso se necesitaba un largo período de tiempo y mucha paciencia hasta conseguir un aceite claro y puro.
Una vez obtenido el aceite de oliva, se almacenaba en ánforas de barro, cuero o madera, que protegían su sabor y sus propiedades.
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